Mucha gente de todo el mundo está convencida de que los gatos no sólo pueden aportar calor y alegría, sino que también pueden tratar a sus dueños (terapia felina), ayudándoles a recuperarse de enfermedades o a mejorar su bienestar. Es una opinión muy extendida, pero se basa tanto en antiguas tradiciones y observaciones como en efectos psicológicos modernos. En este artículo veremos por qué la gente cree en el poder curativo de los gatos, cuáles son sus efectos emocionales reales, qué dice la ciencia sobre sus propiedades terapéuticas y a qué debes prestar atención para no caer en la trampa del mito.

¿Por qué la gente cree que los gatos curan?

Los gatos siempre han estado rodeados de un aura de misterio y magia. Incluso en el antiguo Egipto, los gatos se consideraban sagrados, símbolos de protección y bienestar. En diversas culturas, existen leyendas sobre gatos capaces de «ahuyentar enfermedades» o proteger contra fuerzas malignas. Con el tiempo, esta creencia ha evolucionado hasta la convicción de que los gatos tienen poderes curativos especiales.

En general, la gente cree en los poderes curativos de los gatos y en la terapia felina basándose en la experiencia personal: muchos propietarios han comprobado que los gatos «saben» de algún modo cuándo una persona se encuentra mal, se acercan a ella, ronronean suavemente y la ayudan a relajarse o incluso a librarse del dolor. Estas observaciones se transmiten de generación en generación y están respaldadas por el vínculo psicológico entre el hombre y el animal.

Es importante darse cuenta de que la mayoría de estas creencias son intuitivas y se basan en sentimientos y tradiciones. Sin embargo, con los avances de la ciencia, ahora podemos evaluar de forma más objetiva lo que ocurre realmente.

Efectos emocionales de los gatos en los humanos

¿Cómo curan los gatos a las personas? Uno de los efectos más poderosos que pueden tener los gatos es su impacto emocional. Interactuar con los gatos ayuda a las personas a calmarse y a reducir la ansiedad y el estrés. Los científicos han demostrado que, cuando se acaricia a un gato, aumentan en los humanos los niveles de las hormonas de la felicidad oxitocina y serotonina. Estas hormonas ayudan a reducir la depresión y mejoran el estado de ánimo.

Los gatos también nos ayudan a sentirnos apoyados socialmente. En momentos de soledad o estrés psicológico, la presencia de un gato proporciona una sensación de seguridad y protección. Para los ancianos o las personas que atraviesan una enfermedad, esto es muy importante, porque los sentimientos positivos contribuyen a una mejor recuperación.

Además, el ronroneo de un gato produce lo que se conoce como «ruido blanco», que tiene un efecto calmante. Puede reducir la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, lo que tiene un efecto positivo en el bienestar físico. Por eso se suele decir que los gatos «calman el alma» y ayudan a «encontrar la paz interior».

¿Qué dice la ciencia sobre la terapia con gatos?

Los estudios científicos confirman que los gatos tienen algunos efectos terapéuticos, pero no en el sentido de curar directamente las enfermedades. Un descubrimiento interesante es que la frecuencia del ronroneo de un gato (de 20 a 140 Hz) corresponde a una gama de ondas sonoras que favorece la curación ósea y muscular y reduce la inflamación. Esto explica por qué el ronroneo se considera a veces un factor de curación física. Sin embargo, estos descubrimientos son aún provisionales, y no hay pruebas claras de que el ronroneo por sí solo pueda curar enfermedades graves.

En cuanto a la terapia con animales de compañía, se reconoce oficialmente que los animales, sobre todo los gatos, pueden ayudar a tratar trastornos psicoemocionales como la depresión y la ansiedad. La interacción con los gatos ayuda a reducir las reacciones de estrés y a mejorar el bienestar psicológico general. Por este motivo, a menudo se incluyen en los programas de apoyo a los pacientes.

Sin embargo, es importante recordar que los gatos no sustituyen al médico ni a la medicación. Son un factor adicional que apoya la salud a través de las emociones y la tranquilidad.

Cuidado con los mitos

Por desgracia, todos los temas que tratan de animales y emociones suelen estar enmarcados por mitos. Por ejemplo

Mito: un gato se tumba sobre una zona lesionada porque «siente» la enfermedad.

Realidad: en la mayoría de los casos, un gato sólo busca calor, y el vientre o el pecho de una persona están más calientes que otras partes del cuerpo.

Mito: los gatos pueden «chupar» enfermedades.

Realidad: Esto suena bien, pero no tiene base científica.

Mito: Un gato puede predecir la muerte o diagnosticar el cáncer.

Realidad: En algunos casos, hay coincidencias interesantes, pero no es un sistema y no hay pruebas científicas.

El otro extremo es la idealización. Sí, los gatos son adorables, pero no son una cura. Es más, pueden ser peligrosos para las personas que sufren alergias, microtraumatismos cutáneos o un sistema inmunitario debilitado. También merece la pena pensar en los riesgos de toxoplasmosis, sobre todo para las mujeres embarazadas y las madres lactantes.

Conclusión:

¿Es cierto que los gatos tratan bien a sus dueños? La respuesta es sí, pero en cierto modo. Ayudan a las personas a restablecer su equilibrio emocional, reducir el estrés y mejorar su estado de ánimo. Su presencia y su ronroneo pueden ayudar a aliviar el dolor físico causado por efectos psicosomáticos.

Sin embargo, los gatos no sustituyen a la medicina tradicional ni curan enfermedades graves por sí solos. Su influencia reside principalmente en el apoyo a la salud mental, en el calor y la compañía, para inspirar la lucha contra la enfermedad.