Los gatos siempre nos han parecido animales independientes que prefieren la soledad y son celosos de su territorio. Sin embargo, a pesar del estereotipo de su reticencia, en el mundo de estos animales la amistad no sólo es posible, sino que ocurre a menudo. Se manifiesta de una forma muy especial: mediante señales silenciosas, rituales sutiles y pequeños gestos, que los propios gatos comprenden bien, pero que requieren una observación cuidadosa por parte de los humanos.
Para empezar, es importante darse cuenta de que en los gatos, como en los humanos, el carácter desempeña un papel esencial. Algunos nacen más sociables, mientras que otros tienden a aislarse. Sin embargo, cuando dos gatos encuentran un terreno común, se convierte en una verdadera amistad. Duermen uno junto al otro, se tocan con las patas, intercambian lametones de pelo, como para confirmar su afecto. No es sólo una muestra de afecto, sino también una forma de decir «formas parte de mi grupo». Este ritual de lamido tiene un significado profundo, porque el olor en el mundo gatuno es una especie de pasaporte, y la mezcla de olores indica una confianza total.
La amistad entre los gatos se desarrolla gradualmente. Al principio se estudian con cautela, observándose desde la distancia, luego se acercan, probando los límites, y sólo entonces empiezan a aceptar un espacio compartido. Es como una danza delicada: un paso adelante, dos atrás, y sólo cuando ambos están preparados se forma un vínculo sólido. Hay casos en que los gatos se acostumbran tanto el uno al otro que se vuelven prácticamente inseparables, incluso bajo el estrés de la separación.
Por supuesto, también puede ocurrir lo contrario. No todas las parejas de gatos se hacen amigos. Algunos siguen siendo rivales, defienden su territorio y evitan el contacto cercano. En este caso, es importante que el propietario no les obligue a interactuar, sino que les dé tiempo y oportunidad de establecer sus propias normas de convivencia. Si el carácter y el temperamento coinciden, la amistad se convierte en una consecuencia natural de la convivencia.
Los gatos son capaces de hacer amigos, y esta amistad tiene un carácter muy especial y refinado. No es tan abierta y demostrativa como la de los perros, pero su fuerza se percibe en el descanso compartido, el intercambio de olores y la tranquila armonía. Es un recordatorio para nosotros, los humanos, de que incluso las criaturas orgullosas e independientes necesitan calor, compañía y un sentimiento de pertenencia a alguien cercano.
P.D. Yo mismo he sido testigo de una verdadera amistad entre gatos. Se trata de un caso único. Un gato callejero vive cerca de mí y a menudo viene a comer y a descansar al sol bajo mi ventana. Con el tiempo, hizo un amigo: el mismo gato callejero, pero siempre cerca de mí. Empezaron a caminar juntos como si fueran la sombra del otro: pasean por la calle, cenan uno junto al otro e incluso se toman las vacaciones sincronizados. Ha pasado mucho tiempo, y siguen siendo inseparables. Observándolos, te das cuenta de que la amistad felina existe, y que puede ser tan fuerte que llega a ser similar a la amistad humana, si no más fuerte.