Parece que los gatos callejeros forman parte del paisaje urbano desde hace mucho tiempo: aparecen sigilosamente en los patios, se sientan cerca de los cubos de basura, se esconden en las sombras de los garajes. Alguien pasa de ellos con indiferencia, otros los alimentan, alguien les busca un hogar…. Pero a veces, un gato callejero de aspecto corriente puede hacer algo extraordinario. Algo que puede salvar una vida. Una de estas historias ocurrió en Polonia, en invierno, en Cracovia.

Era una mañana helada, en la que el aire pinchaba y el aliento flotaba en el aire con vapor blanco. Uno de los habitantes de la ciudad oyó un maullido fuerte e insistente procedente de debajo de unos arbustos cercanos a la carretera. Parecía que el animal no sólo llamaba, sino que reclamaba atención. Al acercarse, el hombre vio un pequeño bulto en el suelo, y se quedó helado.

Sobre el frío asfalto, apretado contra el gato callejero, yacía un niño. Un niño de unos dos años. Ropas finas, cara enrojecida por el frío, manos cerradas en puños. Y aquel gato esponjoso abrazaba al niño con todo su cuerpo, presionándolo, cubriéndolo de escarcha. No huía, no se asustaba, sólo maullaba fuerte y desesperadamente, como pidiendo ayuda.

El niño fue llevado inmediatamente al hospital. Los médicos se quedaron atónitos: a temperaturas bajo cero, el bebé había estado fuera más de una hora, pero seguía vivo. Sí, sufría una hipotermia leve, pero era el gato que estaba con él el que lo mantenía en estado crítico. Sin este animal, todo podría haber acabado en tragedia.

Este peludo salvador se ha convertido en un auténtico héroe. Salió en las noticias locales, luego en las de toda Polonia y finalmente en los medios de comunicación de todo el mundo. La gente lloraba de emoción. El gato callejero fue adoptado inmediatamente. Le llamaron Raja. Y el nombre le iba perfectamente: noble, tranquilo, digno de alguien que no tenía miedo al frío, ni a la indiferencia, ni a la responsabilidad.

Hoy, Raja vive en una casa cálida. Tiene su almohada favorita, su propio cuenco de pollo tierno, muchos juguetes y…. lo más importante, el amor humano que tanto se merece.

Esta historia trata de toda la bondad que subestimamos en los animales. Sobre la capacidad de sentir el dolor ajeno, aunque sólo seas un gato callejero. Sobre un instinto que a veces es más fuerte que la indiferencia humana.

Esta no es la única historia de este tipo. En varios países, los animales demuestran una y otra vez que son capaces de actos increíbles. Gatos callejeros que calientan a personas congeladas, perros que sacan a gente de debajo de los escombros, monos que rescatan a bebés abandonados….. Pero es la historia de Raji de Cracovia la que se ha hecho famosa en todo el mundo. ¿Y por qué? Porque contiene todo lo que nos gusta de los buenos cuentos de hadas: sencillez, sinceridad y un final feliz. Y lo más importante, es real.