Casi todos los propietarios de gatos se han encontrado en esta situación: llamas a tu mascota, estás seguro de que te oye, pero ni siquiera gira la cabeza. Incluso si el gato o los gatos están delante de ti: llamas, pero ni siquiera gira la cabeza. Al principio puede resultar molesto, luego puede provocar perplejidad y, a veces, incluso resentimiento. En realidad, todo es mucho más sencillo e interesante al mismo tiempo: el gato no te ignora intencionadamente, simplemente se comporta como le dicta la naturaleza.

Los gatos son animales muy particulares. Se han desarrollado como cazadores independientes que han sobrevivido gracias a sus propias decisiones e independencia. A diferencia de los perros, que poco a poco se han vuelto sociales y orientados a las órdenes, los gatos nunca han tenido esta necesidad. Siempre han sido individualistas, y este rasgo ha emigrado a los hogares y pisos modernos. En consecuencia, aunque un gato reconozca perfectamente tu voz, lo que han demostrado numerosos estudios, no tiene ninguna obligación de correr hacia ti inmediatamente. Sabe que le llamas, pero la decisión de reaccionar o no queda siempre en sus manos.
Otra razón para «ignorar» reside en las asociaciones. Si llamas a menudo a tu gato para procedimientos desagradables para él -bañarle, cortarle las uñas o medicarle-, empezará a asociar tu voz con acontecimientos indeseables. Evitar la llamada se convertirá entonces en su respuesta natural. En cambio, si tras la llamada espera afecto, juego o golosinas, el animal empezará a percibir tu «gatito-gatito» como señal de algo bueno. He aquí una lógica sencilla: los gatos sólo hacen lo que les resulta provechoso y agradable.

No olvides el estado de ánimo del gato. Puede que tu mascota no reaccione simplemente porque esté cómodamente sentada en el sofá, mirando por la ventana o dejándose llevar por un juguete. En esos momentos, cualquier llamada pasa a ser secundaria para él. Esto no es un signo de indiferencia hacia el dueño, sino simplemente una señal de que los gatos viven a su propio ritmo, en el que los deseos humanos no siempre tienen prioridad. Es más, el gato puede mostrar conscientemente su independencia, como para recordarnos que también es el amo de la casa.
Para los humanos, es importante no ver esto como una negligencia. Los gatos no te rechazan ni intentan ofenderte. Simplemente tienen una forma distinta de hacer las cosas. La mejor solución es aprender a encontrar un equilibrio. Utiliza una voz afectuosa, no llames al gato porque sí y, sobre todo, haz asociaciones agradables. Deja que tu llamada se asocie con calidez, cariño o una golosina favorita. Entonces tu gato querrá acercarse, porque se dará cuenta de que es bueno estar contigo.

Como resultado, queda claro que ignorar no es un signo de aversión, sino una manifestación de la naturaleza del gato. La independencia, la selectividad y el deseo de controlar la situación forman parte de su carácter. Y eso es lo que hace tan especiales a los gatos. Si aprendes a respetar esta independencia motivando correctamente a tu mascota, obtendrás mucha más atención y afecto de lo que imaginas. Porque un gato que viene por voluntad propia lo hace sinceramente, y ésa es probablemente la mejor declaración de su amor por ti.