Empezar cualquier profesión es siempre una mezcla de emoción y miedo. Pero en la peluquería, esta mezcla es especialmente fuerte, porque no sólo tratas con clientes humanos, sino también con una criatura viva que siente cada movimiento, cada respiración. Y si te tiembla la mano, el perro o el gato lo sentirá al instante. Por eso, superar la inseguridad depende sobre todo de tu estado interno y de comprender el comportamiento del animal.
Miedo número uno: «Arruinaré el corte de pelo».
Se trata de un miedo natural. Un peluquero novato suele tener miedo de hacer algo mal, cortar demasiado corto o estropear la forma. Pero la verdad es que no será perfecto a la primera. Y no pasa nada. Incluso los peluqueros experimentados se encuentran a veces con pelos imprevisibles, formas de cabeza inusuales o comportamientos caninos. Es importante no centrarse en el miedo a equivocarse, sino en estar atento. Es mejor ser un poco más cauto, pero con respeto por el animal y por tu propia confianza. Y no lo olvides: cada movimiento de las tijeras es una experiencia que no puedes hacer de otro modo.
Segundo miedo: «El animal no cederá».
Cuando ves a tu primer perro, cara a cara, y empieza a gruñir o a temblar, se te hunde el corazón. Pero los perros no nacen agresivos. Reaccionan a la condición humana. Si el peluquero está nervioso, el animal lo ve, lo percibe a través del olfato, los gestos e incluso el tono de voz. Así que el primer secreto es respirar profundamente. Habla con calma, suavemente, con una sonrisa. No te precipites y no te hagas cargo de los instrumentos bruscamente.
Psicológicamente, el perro te evalúa en unos segundos: como «amenaza» o como «amigo». Siéntate a su lado, deja que sienta tu mano, dile unas frases en voz baja. Puede parecer poca cosa, pero unos segundos pueden cambiarlo todo.
Tercer miedo: «No le soporto emocionalmente».
Cuando hay peluqueros experimentados cerca, y tú estás de pie ante la mesa con las manos temblorosas, sientes que estás «fuera de su alcance». Pero la verdad es que ellos también estuvieron una vez en tu pellejo. Y también tenían miedo. Tu miedo es sólo una señal de que estás aprendiendo, creciendo y desarrollándote.
En lugar de decirte «tengo miedo», dite a ti mismo «estoy en el proceso». Después de cada cliente, haz un pequeño autoanálisis: qué ha funcionado, qué no, en qué puedes ser más suave, en qué puedes ser más rápido. No te juzgues: no eres un robot. Es importante ver los progresos, por pequeños que sean.
Cómo superar la incertidumbre en la práctica
La preparación es la mitad de la batalla. Antes de empezar, ensaya la secuencia de acciones, comprueba las herramientas, cepilla al perro unas cuantas veces… tómate tu tiempo.
Habla. Sí, con el animal. Tu voz le tranquiliza, pero también a ti.
No te compares con los demás. Cada adiestrador de perros recorre su propio camino a su propio ritmo.
Aprende del animal. Su comportamiento es un espejo de cómo te sientes. Si está relajado, vas por buen camino.
No te escondas de la experiencia. Si algo no va bien, pide consejo a tu mentor. Nadie te juzgará en ACADEMIA V.O.G DOG, porque aquí todo el mundo sabe que los errores forman parte del viaje.
La confianza es la herramienta más importante de un peluquero.
Ninguna máquina puede sustituir a la energía tranquila. Los animales sienten con el corazón. Si vienes con buenas intenciones, lo saben. Si estás asustado, lo ven. Pero cuando el peluquero entra en un estado de equilibrio, todo el proceso se convierte en un diálogo. No «te cortaré el pelo», sino «juntos te haremos más bella».
Conclusión.
Tus primeros clientes no son un examen, sino un encuentro contigo mismo. Es el momento en que dejas de ser sólo un estudiante y te conviertes en un peluquero. Sí, puede que te tiemble la mano. Sí, el perro puede ser temperamental. Pero es en esos momentos cuando nace la profesionalidad.



