Mucha gente sigue pensando que las gallinas son aves simples y poco inteligentes. Cacarean, aletean en el patio y se supone que no entienden nada. Pero, de hecho, las gallinas tienen una memoria impresionante, un comportamiento social complejo e incluso rasgos similares a la inteligencia emocional. Y lo que a nosotros nos parece una simple gallina es una pequeña obra maestra biológica con capacidades mentales extraordinarias.

Los pollos reconocen las caras y no las olvidan

Uno de los descubrimientos más interesantes es la capacidad de las gallinas para reconocer y recordar hasta 100 caras individuales. Están bien orientadas en el «círculo social» de su gallinero: saben quién es dominante, quién es más joven, quién es una amenaza potencial. Curiosamente, no sólo memorizan a otras gallinas, sino también a las personas, e incluso pueden tratar de forma diferente a las que se alimentan de las que se comportan de forma grosera. En otras palabras, tienen una memoria social más propia de los mamíferos que de las aves.

Una gallina recuerda quién le robó el grano

Las gallinas tienen memoria episódica, lo que significa que pueden recordar no sólo un suceso, sino toda la situación: qué ocurrió, cuándo y dónde exactamente. En experimentos, los científicos descubrieron que las gallinas eran capaces de recordar, por ejemplo, cuál de las otras aves había echado un vistazo al lugar donde estaba escondida la comida, y entonces evitaban a los competidores. Algunas incluso empezaron a fingir que la comida no estaba allí para confundir a un rival potencial. Esto es lo que llamamos comportamiento táctico, y es un nivel de comprensión que requiere una memoria bien desarrollada y una idea de las intenciones de los demás.

Memoria por observación: las gallinas aprenden unas de otras.

Otra característica interesante es el aprendizaje por observación. Si una gallina aprende a pulsar un botón o a abrir un cajón, las demás, por observación, lo repiten ellas mismas. Esto significa que las gallinas no sólo memorizan acciones, sino que comprenden la lógica que hay detrás, las consecuencias y pueden reproducir un determinado algoritmo.

Las gallinas recuerdan y forman preferencias desde los primeros días de su vida

Las gallinas son capaces de recordar los objetos, sonidos y olores que las rodean inmediatamente después de nacer. Por ejemplo, si oyen a menudo la voz de su dueño en los primeros días de vida, responderán positivamente a ella incluso varias semanas después. Este fenómeno se llama impronta, y es una forma muy estable de memoria, similar a una «huella» en el cerebro.

Incluso el sueño es un tiempo para procesar información

Los estudios han demostrado que los pollos procesan información durante el sueño, igual que los humanos. Han observado movimientos oculares rápidos (fases REM), característicos del sueño y el aprendizaje. En otras palabras, el cerebro del pollo «repasa» su día y clasifica la información. Este proceso contribuye a la formación de la memoria a largo plazo.

Conclusión

Los pollos son mucho más de lo que pensamos: son criaturas inteligentes, sensibles, socialmente activas y con una gran memoria. Pueden analizar, recordar, aprender e incluso reaccionar emocionalmente. No olvidan quién les da de comer bien, pero tampoco perdonan un mal toque. Así que la próxima vez que te encuentres con una gallina, recuerda: puede que ya te haya reconocido… y desde luego no lo olvidará.