Ha entrado con confianza. Su cola está ligeramente levantada y su mirada es directa. Daisy sabe que no es una perra cualquiera. Es una Beaver Yorkie. Y no ha venido a cortarse el pelo, sino a estar aún más guapa.
No le impusimos un estilo, la escuchamos. Había gracia en cada movimiento, ligereza en cada línea. Su pelo jugaba con el color. Sin patetismo, sin excesos. Sólo la misma margarita, pero con un factor sorpresa.
Si crees que el acicalamiento es cuestión de higiene, ven con un biever y verás cómo sale del salón. A los demás.