Un Spitz llamado Richie llegó al salón con las características habituales de la raza: un subpelo esponjoso que se cae rápidamente y una piel sensible que requiere cuidados profesionales meticulosos. El propietario empezó con un peinado a fondo para desenredar el subpelo y preparar el pelaje para el baño. Ritchie recibió un champú y un acondicionador para restaurar la estructura del pelo y darle volumen sin apelmazarlo.
Tras el secado, la propietaria sometió a Ritchie a un corte de pelo en filigrana, teniendo en cuenta la forma del cuerpo del perro, preservando la redondez natural de la figura, el buen equilibrio del hocico y la limpieza de las patas. Se ha prestado especial atención a la zona de los ojos: una mirada abierta y limpia es una característica importante del Spitz. El resultado final es un aspecto suave, ordenado y muy esponjoso que resalta todos los mejores rasgos de Richie.







