Por qué el «buen posicionamiento» de un salón no es sinónimo de calidad
Llevamos muchos años construyendo un servicio en el que el resultado es predecible y la experiencia es relajada y agradable tanto para el perro como para el humano. Para comprobar cómo se siente un cliente en una peluquería «media» con un bonito cartel, hicimos un sencillo experimento: nuestra empleada, a la que nadie conoce de vista, se apuntó en otra peluquería para un paquete completo de peluquería para un Yorkshire Terrier, que incluía la higiene y el cuidado extra de cepillar los dientes y limpiar las glándulas paraanales. Expuso claramente las expectativas: longitudes, formas, acentos, mostró una foto de referencia y aclaró los detalles: dónde dejar más largo, dónde acortar, cómo dibujar la cabeza, las orejas y las patas. Vino al salón con un niño y su propio perro, como vienen los clientes de verdad.
Cómo fue la recepción
Al principio, todo parecía alentador: la peluquera era atenta, hacía preguntas aclaratorias, fotografiaba al perro «antes», repetía los deseos clave. Por desgracia, ahí acabó la profesionalidad: empezó la rutina sin sistema de control.
El resultado que nos destruyó
En lugar de un conjunto claramente coordinado, recibimos un trabajo que no se correspondía en absoluto con el pedido. La forma, las longitudes, los procedimientos de limpieza e higiene: no todo era como se había acordado. Daba la impresión de que faltaban normas y control de calidad, y de que la atención al detalle era mínima. Al final, un mal aspecto, un mal nivel de servicio y un regusto desagradable en lugar de la alegría esperada. Emocionalmente, toda la familia se vio afectada: en lugar de un tranquilo regreso a casa, salimos del salón disgustados y decepcionados.
Un servicio que duele más que una raya torcida
Lo peor ni siquiera es el resultado. Lo peor es la actitud a la hora de entregarlo. La peluquera entregó al perro y, sin establecer contacto visual, fue a echar la comida a un lado, se dijo algo en las narices… y eso fue todo. No hubo examen final delante del cliente, ni «vamos a comprobar si todo está como pediste», ni recomendaciones para el cuidado en casa ni programación de la próxima visita. El niño que vio a su Amado lloró, porque eso no era en absoluto lo que se había pedido. Y el perro no es joven, tiene más de 10 años y nuestra empleada y su hijo saben perfectamente cómo debe estar, pues no es la primera vez que lo cortan en los salones. Nuestra empleada no montó un enfrentamiento allí mismo porque hay un niño, y no solemos descubrir la relación en tono elevado. Pero el hecho es que la «prima» prometida no está de hecho respaldada ni por los procesos ni por la cultura del servicio.
Por qué ocurrió: análisis sistemático de errores
La raíz del problema no es una «mala mano», sino la falta de normas. Cuando no hay protocolos claros, el capataz se guía por su memoria y su sensación general, no por parámetros o normas. Cuando no hay una etapa de «diagnóstico – aprobación – prueba de corte – trabajo principal – control de calidad – presentación del resultado», el cliente se lleva una sorpresa. Cuando no existe una cultura de cita final, la gente se va a casa con preguntas en lugar de respuestas. Cuando el concepto de «limpieza dental» no se diluye en «higiene doméstica», «trabajo superficial de salón» y «procedimiento veterinario», se corre el riesgo de traumatizar las encías y arruinar la confianza. Cuando se limpian las glándulas paraanales «por una garrapata» en lugar de hacerlo según las necesidades y con una explicación previa, el perro sufre un estrés innecesario. Y cuando la peluquería se considera un «hazlo rápido y regálalo» en lugar de un servicio con rostro humano, toda la bonita publicidad se vuelve hueca.
Cómo debe ser: el estándar V.O.G DOG SALON paso a paso y por qué ayuda a evitar «sorpresas».
Cómo lo hemos construido
Hemos construido un sistema, no sólo «promesas de perfección». Todas las sucursales funcionan según las mismas normas, todos los manitas reciben formación interna y cada paso, desde la llamada hasta la asistencia posterior a la visita, está documentado.
Bienvenida y diagnóstico
Todo empieza con un diagnóstico breve pero informativo: piel, estado del pelo, enredos, almohadillas, orejas, ingles, dientes. El peluquero anota los rasgos de comportamiento del perro, los desencadenantes, las experiencias previas y la tolerancia a los secadores y cepillos en la hoja de registro del perro. Si hay un niño, le explicamos cómo organizar el tiempo para que el perro esté tranquilo y el bebé cómodo. Si el cliente pide que se limpien las glándulas paraanales, primero evaluamos si hay indicios: olor, molestias, mucosidad en el pelaje. Si no hay síntomas, explicamos por qué la rutina de «hacerlo sin más» no es una buena idea y acordamos una solución.
Corto en cifras, no generalidades
Vamos más allá de «corto/largo». Fijamos las longitudes en milímetros (con una regla) o las sujeciones, acordamos la forma de la cabeza, las mejillas y las orejas con referencias fotográficas y palabras, mostramos las líneas de transición con un dedo. Hacemos un corte de prueba en un lugar poco visible, dejamos que el propietario lo toque y vea cómo queda el pelaje después del cepillado. Sólo entonces comenzamos el trabajo principal.
Técnica compleja
Lavado – champú profesional para el tipo de lana y acondicionador, asegurándonos de aclarar bien para que no quede ninguna película sobre la piel. Secado – tira a través del pelaje con control direccional, de lo contrario ningún corte de pelo parecerá limpio. Cuerpo – uniformemente, sin «escalones», con un control a contraluz y una pasada de control con tijeras para cerrar la línea. Piernas – expone la geometría del «poste», comprobando la simetría en la mesa y en el suelo. Cabeza – círculo de «cachorro» cómodo sin sobrecargar las mejillas, orejas – línea limpia sin flequillo, bigotes – según se desee, pero sin hendiduras innecesarias para no irritar la piel. Sanitarios – con suavidad, sin «embudos afeitados» para que el perro pueda sentarse y moverse cómodamente. Garras – hasta un límite seguro, con las puntas pulidas para evitar rebabas.
La higiene bucal es un área de responsabilidad segura
Separamos honestamente los conceptos. Placa dental ligera e higiene de lengua y mejillas – sí, con suavidad y sin traumatismos, con productos y accesorios especiales, además de recomendaciones para el hogar.
Glándulas paraanales – sólo cuando esté indicado.
Si hay picor, molestias, «cabalgada» en el trasero u olor – trabajamos con cuidado y explicamos al propietario lo que estamos haciendo. Si no hay ninguna indicación, no tocamos, porque la manipulación innecesaria a veces crea un problema donde antes no lo había. Esta regla es la misma para toda la red.
Control de calidad y presentación de resultados
Antes de la entrega, realizamos una inspección de control: pasamos la mano por el pelo, miramos las líneas en el espejo, iluminamos con la luz lateral para ver los «escalones» y lo miramos desde distintos ángulos. Después – presentación delante del cliente: mostramos el cuerpo, las patas, la cabeza, las orejas, explicamos cómo mantener la forma entre visitas, qué funciona mejor en casa para este perro – cepillo, peine, spray. Preguntamos si todo es satisfactorio, si se puede ajustar algo. Si el cliente quiere algo diferente, lo ajustamos aquí y ahora. Es entonces cuando la persona se siente respetada, no «simplemente se lo quita».
Comunicación sin accidentes
El administrador y el peluquero hablan el mismo lenguaje de servicio: saludo a la entrada, tono tranquilo, pausas breves para que el cliente añada un pensamiento, frases de anclaje para el niño, si está cerca. En la entrega: contacto visual, un «gracias» sincero, una sugerencia para la próxima cita, recomendaciones para el cuidado en casa en un formato cómodo. Si algo va mal, tenemos un procedimiento rápido de reparación y una norma transparente de «mejor rehacer hoy que disculparse mañana».
Normas uniformes en todos los salones de la red
La red V.O.G DOG SALON trabaja con una metodología común: formación certificada de adiestradores, clases magistrales internas, mapas caninos en el CRM, informes fotográficos del antes y el después, control de calidad por el jefe de equipo. Cualquiera de nuestros salones de Kiev repetirá el mismo resultado de calidad, porque no confiamos en el talento al azar, sino en una tecnología clara con atención al detalle.
Conclusión: lo que hemos aprendido de la experiencia
Nuestra experiencia ha confirmado lo que creemos: una buena publicidad, una buena ubicación y las palabras adecuadas en la recepción no son todavía un servicio. Y si alguna vez has salido de un salón sintiéndote resentido con tu perro, ven, te mostraremos cómo es la supuesta calidad, sin excusas ni sorpresas.
Donde no hay tarjeta canina, ni longitudes acordadas, ni corte de prueba, ni higiene adecuada, ni inspección de control, ni respeto en la entrega, no hay servicio. En la PELUQUERÍA CANINA V.O.G., estas cosas son obligatorias, por lo que asumimos tranquilamente la responsabilidad del resultado y del estado de ánimo de tu familia tras la visita. Así es como convertimos el acicalamiento de un «riesgo» en el mejor resultado previsible.


